miércoles

Aquel cálido atardecer


Me asustaba llegar a la cima;  la escalera parecía infinita y la curva que la envolvía insinuaba un final incierto y lejano. No estaba segura de querer descubrir lo que había tras la puerta, allá arriba... en lo más alto.

Pero fui.

Y una vez que recuperé el aire y levanté la vista, descubrí el cálido atardecer que languidecía tras los tejados. El viento me daba en la cara y secaba las lágrimas que habían congestionado mi rostro tiempo atrás. Ahora que había llegado hasta ese punto, sólo podía seguir adelante; aunque eso supusiese ser consciente de que la bajada tal vez fuese igualmente peligrosa, y angustiosamente solitaria.

Pero una vez que había visto la belleza del ocaso a través de las piedras...  supe que mi vida ya nunca volvería a ser la misma... y que la azotea, aún siendo hermosa, no era mi sitio.

Debía seguir buscando. Debo seguir buscando...