Amaneció tranquilo. Los restos del agua caída durante la noche habían formado charcos en el camino de tierra que unía mi casa con el pueblo. La mañana estaba en calma y el lugar desierto... nada me impedía salir.
Me quedé mirando por la ventana esperando indecisa el regreso del agua. Las nubes estaban cerca y el amanecer con niebla sobre el lugar confería a mi entorno un aspecto inquietante, ¡pero no pasaba nada!...mis temores sólo eran recelos absurdos basados en la superstición y el miedo. ¿Por qué no me atrevía a salir de casa? Debía ser el extraño sonido que llegaba hasta mi a ratos, distorsionado por el viento. Parecía una campana, o tal vez el reloj de la iglesia; no lo identificaba con exactitud. Un sonido familiar que aquel día me asustaba y me impedía ver el hermoso paisaje reflejado en el lago ahora que por fin la niebla empezaba a levantar...
Por fin encaminé mis pasos allí donde las gentes montaban tumulto. No sabía por qué todos estábamos en aquel lugar, mirando absortos hacia arriba..... escuchando las columnas del templo, con la mirada perdida en la nada, convirtiendo la respiración en un susurro...
Entonces el sol subió al cénit, y arcos de colores entraron por las estrechas ventanas. Los reflejos iluminaban el cielo, y éste se proyectaba sobre nosotros: espectantes y boquiabiertos mientras sonaba la música misteriosa y las lágrimas corrían por mis mejillas.
Y me dejé llevar por la ensoñación........ y desapareció el miedo...... y disfruté de la soledad entre la gente, mirando hacia el cielo con los ojos cerrados y los brazos abiertos. Mi momento era aquel, y quería retenerlo un rato más, vivirlo intensamente hasta que el inexorable paso del tiempo nos obligara a permanecer en penumbra.
No recuerdo si he vuelto al lugar, ni si existió....o lo soñé. Sólo sé que ahora forma parte de mi vida en todos los momentos en que la soledad se hace patente. Revivo plácidamente las sensaciones, y disfruto de los recuerdos. Y aunque jamás vuelva a ser capaz de encontrar aquella magia, sé que la mejor parte sigue conmigo,
porque en la puerta, esperando, estabas tú.
A mi amiga Esther Morán.-
propietaria de la fotografía que ilustra este relato;
por todo lo que eres... y por todo lo que aún vas a llegar a ser.
Te quiero muchísimo,chavala.......