martes

Un aroma rosado...

La primera vez que probé el algodón de azúcar tenía 8 años. Me lo compró mi abuelo una tarde de junio, mientras dábamos un paseo entre los telderetes que se habían colocado en la plaza Mayor, aquel día de fiesta.

Me encantó.

Y digo esto a pesar de que no llegué a comérmelo entero, porque aquel día descubrí el encanto de disfrutar de las cosas alejada de la forma convencional.... Digo esto porque yo soy diabética y en mi infancia no me permitían tomar azúcares en ningún momento... (Hoy han cambiado mucho las cosas a este y otros niveles)

Así que, como no podía tomarlo puse en marcha los otros sentidos y decidí disfrutarlo igualmente: me me enamoró aquel olor.... y la textura pegajosa que se envolvía entre mis dedos, y aquella imagen de  crisálida coloreada protectora de una enorme mariposa que  saldría volando al descubrir el centro...

Después de tantos años, sigo recordando la escena con ternura y claridad, y sigo disfrutando del olor de las nubes rosas que recorren la calle de la mano de los niños... ¡Y hoy como antes, me sigue haciendo sonreir!

A pesar de que ni ese día, ni otro, he sido capaz de terminarlo..