Es para ti, amigo mío:
Hoy que no estás, quiero compartir contigo el centro de aquello realmente importante, el núcleo coloreado de las sensaciones que hemos aprendido a descubrir, y que se transforman en confidencias escritas a través del aire.
Quiero regalarte un pensamiento y transmitirlo a mi modo a través de la reflexión, para que llegue a ti, como otras veces, y lo transformes o lo interpretes, para que lo rechaces o lo vivas.... en definitiva para que lo hagas tuyo. Si quieres.
Hay un momento en la vida en que el escepticismo puede con la cordialidad, y la ironía con la ternura. En ocasiones me cuesta traspasar el umbral que lleva de un estado a otro, pero he descubierto que es más sencillo ahora que he encontrado un cabo en el que puedo agarrarme si me fallan las fuerzas, porque su amarre es firme y no permitiría jamás que me arrastrase el temporal.
Así de vulnerable soy a veces, ya me conoces... sobre todo cuando tengo frío.
Es curioso hallar descanso en emplazamientos lejanos, desprotegidos del viento y batidos por un mar que nunca descansa, pero es así. Porque al final, una no se refugia en lugares, sino en personas..... y por tanto el rincón perfecto es aquel donde podamos ser nosotros mismos, los de siempre.
La amistad es así: una amalgama de sensaciones inexplicables, momentos compartidos, y confidencias impensables fuera de contexto. Con lo que tengo, me siento afortunada; no pido más, ya lo tengo todo.
Porque, a pesar de las complicaciones, y las cosas que nos envuelven cada día... hemos sabido encontrar el segundo apropiado para mirarnos a los ojos y hacer un guiño cómplice que nos recuerde lo importante, lo sustancial.
....... Que no es otra cosa más que el convencimiento de que uno y otra hablan cada vez mejor, el único lenguaje que no necesita expresarse con palabras...
Y que se llama amistad.