domingo

The lock




Frente al mundo imaginado que amanece tras los cristales, surgen ideas que entremezclan música y sal. Y escondo en invisibles arcas del hogar que fue mi casa, las cosas importantes que sólo yo sé que allí están, para que nadie las encuentre; acaso para que nadie sepa que las tengo y que me importan. Hubo un tiempo en que no existían horizontes, ni el sol llegaba al rincón en el que me quedé dormida. Me acostumbré a la oscuridad implícita del hermetismo y la desconfianza. De la apatía y el miedo.

Descubrí que a oscuras es más fácil tropezar, pero la ignorancia se escondía tras la justificación innecesaria, y para cuando quise darme cuenta, ya estaba acomodada entre la indecisión y el cinismo.

Nunca he estado tan desnuda como cuando perdí el miedo a equivocarme otra vez. Ni fui tan vulnerable como la noche en que dibujaste en mi cuerpo el mapa de las emociones acumuladas en la ausencia. Y ahora que ya no existen llaves, ni puertas, ni oscuridad... sigo sin saber por qué el amor se escribe siempre con lágrimas.