Estimado boticario,
Tengo que comunicarle que he tomado todos los medicamentos que usted tan laboriosamente ha preparado para mi, y mi enfermedad sigue igual que antes.
Yo creo que no han sido eficaces porque llevo semanas siguiendo la rutina que usted me ha impuesto, y lejos de notar mejoría lo cierto es que cada día me levanto peor.
Digo yo si será por aquello que dicen de la importancia de la fé para que funcionen algunos remedios.... y claro, como yo no tengo ninguna, no acierto a entender en qué medida la fruteína y el piramidón, van a servir para ayudar a la recuperación de mi última operación a corazón abierto.
¡Qué ya las heridas necesitan algo más que un sana sana, culito de rana!
Voy a seguir un tiempo, por si la cosa necesita unas dosis superiores a las previstas inicialmente, pero poco más... Estoy empezando a convertir mi casa en la rebotica de su padre, y al final sigo como empecé.
Por favor le pido que en adelante, si ha de recomendar a alguien sustancias contra lo mío, empiece usted por darnos un abrazo.
Igual con ese primer paso, todo lo demás resulta un poco más sencillo.
Atentamente, su amiga.
Ana
