Entonces empezó a mirar atentamente a su alrededor y se percató de que todo lo
que podía verse desde el antiguo salón era bastante corriente y de poco interés,
pero que todo lo demás era sumamente distinto. Así, por ejemplo, los cuadros
que estaban a uno y otro lado de la chimenea parecían estar llenos de vida y el
mismo reloj que estaba sobre la repisa (precisamente aquel al que en el espejo
sólo se le puede ver la parte de atrás) tenía en la esfera la cara de un viejecillo
que la miraba sonriendo con picardía.
Lewis Carrol
Alicia a través del espejo