lunes

Ciudades de mi vida: Santiago

‘Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que no hay en el mundo una plaza más bella que la de Siena. La única que me ha hecho dudar es la de Santiago de Compostela, por su equilibrio y su aire juvenil, que no permite pensar en su edad venerable, sino que parece construida el día anterior por alguien que hubiera perdido el sentido del tiempo. Es una ciudad viva, tomada por una muchedumbre de estudiantes alegres y bulliciosos, que no le dan ni una tregua para envejecer. En los muros intactos, la vegetación se abre paso por entre las grietas, en una lucha implacable por sobrevivir al olvido, y uno se encuentra en cada paso, como la cosa más natural del mundo, con el milagro de las piedras florecidas’.
Gabriel García Márquez










sábado

A través del espejo

Entonces empezó a mirar atentamente a su alrededor y se percató de que todo lo que podía verse desde el antiguo salón era bastante corriente y de poco interés, pero que todo lo demás era sumamente distinto. Así, por ejemplo, los cuadros que estaban a uno y otro lado de la chimenea parecían estar llenos de vida y el mismo reloj que estaba sobre la repisa (precisamente aquel al que en el espejo sólo se le puede ver la parte de atrás) tenía en la esfera la cara de un viejecillo que la miraba sonriendo con picardía. 

Lewis Carrol
Alicia a través del espejo

miércoles

Formas de esperar

¿Qué podemos hacer encerrados en una jaula sin puertas a la que entramos voluntariamente y de la que podemos salir en cualquier momento? 

¿Queda espacio para soñar con salir volando? 



Otras cosas, otras pasiones


Momentos increíbles, que siempre están conmigo.



martes

En febrero, un rato al sol y otro al brasero

En pleno invierno somos capaces de seguir soñando con el brillo de las cosas que nos importan,  porque los rayos que iluminan el invierno también nos llenan de ilusión ¿verdad?

domingo

Arte clásico: restauración retablo capilla de la Asunción

Reportaje correspondiente a la restauración de la Capilla de la Asunción en la Catedral de Ourense. Un magnífico trabajo que está siendo realizado con absoluto mimo y detalle por el mismo equipo que restauró hace poco tiempo el Pórtico del Paraíso...
Un lujo poder participar de alguna manera en el proceso.

Parte I: Primeros pasos, catas y tratamientos previos.



 






martes

Modus vivendi



Y el romanticismo desapareció delante de ella, mientras el mar batía  las rocas para proteger sus tesoros. Un día más la mujer regresó a casa con la cesta vacía, un día más la mar había vuelto a ganar la batalla.
Pero   habría un nuevo intento al amanecer...

Disfrutar de la calma


Cuando hay calma en tu interior, la adversidad sólo es parte del paisaje.

miércoles

Al otro lado del cristal

Más allá de la pared que tengo frente a mis ojos, sé que existe un lugar donde descansar al final del día, sentada a la sombra de los alisos que bordean el río.
Más allá, pero cerca...
Sólo tengo que atravesar el cristal.

martes

Time Warp


Lo difícil no es el cambio,
sino la resistencia al cambio...


sábado

45 maneras de vivir septiembre




Minnuendo


No he aprendido a leer más música que la que sale de tus labios
 cuando suspiras.
Pero  puedo seguir el ritmo de tu aliento, 
orquestando el instante compartido con cada uno de mis latidos...
 de mis latidos... 
de mis latidos..

martes

The river

Cuando era niña me gustaba pasear bajo los cerezos que adornaban  el jardín de mi casa. Contaba mi abuela que los había plantado  su familia, generaciones atrás, y que ella recordaba haberlos visto igual desde siempre: Invariables y majestuosos... como si el tiempo no hubiese transformado su forma y tamaño. Como si ya hubiesen nacido así.

Cada año, al terminar el curso, con el calor del verano llegaban las  tardes de siesta para los adultos que nos dejaban tiempo libre a los niños para campar libremente por el pueblo. Yo esperaba impaciente, tumbada a la sombra boca arriba, a que  las cerezas que asomaban entre las ramas, estuviesen en el punto preciso para ser cogidas. Naturalmente, las primeras, las más rojas y más grandes, se encontraban en la parte alta de las copas, y rara vez podía llegar a ellas.  Debía esperar, por tanto, a que fuesen madurando de forma paulatina las que estaban más abajo, tratando de paso de evitar  en ese tiempo, que los pájaros se apropiasen de ellas antes que yo.

Con este ejercicio mantenido a lo largo del tiempo, aprendí a tener paciencia.

A lo largo de la vida, he descubierto que saber esperar el momento adecuado en cada caso,resulta con frecuencia mucho más resolutivo que escalar  cimas imposibles en busca de supuestas quimeras extraordinarias, alcanzables sólo si se llega hasta allí en ese preciso momento.
También es cierto que esta especial prudencia ha motivado un cierto nivel de pasividad en mi, y que me ha mantenido inerte ante algunos trenes que pararon frente a mi puerta, mientras me planteaba si debía subir a ellos o quedarme en el andén. Muchas veces he terminado levantando los hombros y pensando...- Otra vez será- 
Sin embargo, es cierto que en otras ocasiones, tener calma me ha permitido disfrutar de algunas cosas en el punto justo en que no hay nada que se pueda mejorar. Y en esas circunstancias, las pequeñas  cosas de cada día toman una dimensión extraordinaria y se valoran con la importancia de quien tiene ante sí un tesoro inalcanzable para los demás. He tenido, y aún tengo, la suerte de mi lado, al considerar que forman parte de mi propia vida, algunos instantes únicos e irrepetibles que han sido míos tras vencer una batalla frente al tiempo, con las dos únicas armas que van siempre conmigo a todas partes: tenacidad y paciencia.

Hace poco volví al huerto de los cerezos en el que tantas veces ejercité mi fantasía inventando futuros que llegarían con las cerezas. Seguían allí, como siempre desafiando el tiempo con la misma estampa altiva y romántica que a mi me encantaba. Miré a través de la cancilla de madera que antes me parecía la puerta del paraíso, y busqué entre los rincones a la niña que soñaba mirando al cielo... recordaba el color de su vestido, y el olor a jazmín que siempre parecía perseguirla. Me encantó jugar al escondite con su recuerdo.

Di la vuelta al cercado y llegué al viejo molino de agua, cuya rueda veía girar a menudo, moliendo el trigo que los vecinos habían segado tiempo atrás. Quise llegar a un pequeño saliente, al final de la canaleta que vertía el agua sobrante en el río, y sentarme allí como antes, con las cerezas en la mano mirando fluir el agua mientras las saboreaba despacio. Y descubrí que la niña del vestido floreado y las coletas rubias, seguía tranquila en el mismo sitio. A la espera de que hasta allí llegase lo que fuera que tanto tiempo llevaba esperando tener.
Me pareció ver, que con sus pequeños piececillos metidos en el agua, alargaba tranquilamente la mano hacia algún lugar en el que se sentía feliz.

... Y sonreía ...






lunes

Toma mis sueños

Y ven conmigo a construir otros nuevos
que podamos compartir
cogidos de la mano.

Con la mirada sostenida en el azul,
y el pelo revuelto por el viento
que acerca a mi vida olor a miel
de azahar.